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24
Ene
Capital de la tranquilidad: la joya escondida en Misiones que atrae por su calma y por el relajante sonido de la naturaleza
Capital de la tranquilidad: la joya escondida en Misiones que atrae por su calma y por el relajante sonido de la naturaleza

Puerto Libertad, a la vera del río Paraná, es un pueblo que está a media hora de Puerto Iguazú; un paraje para disfrutar del silencio y de la gastronomía argentina y paraguaya


Fuente: La Nación www.lanacion.com.ar
Por: Leandro Vesco

PUERTO LIBERTAD, Misiones.- La tierra colorada es intensa y las hojas de los árboles son inmensas, la vida tiene mucho espacio para desarrollarse y la selva abraza en embrujos y belleza a este pequeño pueblo a orillas del majestuoso río Paraná, y frente a la costa paraguaya. Está a media hora de Puerto Iguazú y del destino estrella: las Cataratas. Sin embargo, aquí crece el silencio y la calma. “Es la capital de la tranquilidad”, dice Celia Cuba, mientras licúa mangos y asa un mbeyu en su bar Utama.

-Queríamos escapar a la muchedumbre de las Cataratas-, dice Patricia Fornillo, violinista de la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón, de visita en el pueblo. Puerto Libertad no perdió su dinámica de la vida “a la misionera”, como le llaman aquí a hacer todo sin prisa y con una sonrisa. El calor es penetrante, a las 6 el termómetro abraza los 32°C, los mbarigüis –pequeños insectos voladores que pican– amenazan a los visitantes y obvian a los locales. -Sabemos a la hora en la que salen-, dice Cristián Duarte, que nació aquí.

En las verdulerías se ofrecen frutas tropicales, guayaba, papaya, mango, cocos, maracuyá, jaboticaba, pitanga, cítricos, ananá y algunas que llegan de Brasil. Todas son grandes, carnosas, jugosas y de colores puros. En la plaza hay puestos que venden chipa caburé, que se asa a las brasas en un palo de escoba. En Misiones muy fácilmente se reconoce al foráneo. “Los de afuera le agregan el acento, para nosotros es femenino y sin acento, la chipa”, explica Duarte. La chipa es el maná, se consume a toda hora y en todo lugar. La influencia guaraní es más fuerte que la brasileña.

Chipa en guaraní significa masa y todo lo que quepa dentro de ella, es válido, así en las casas se hacen chipa guazú, soó, mboca o pirá. Cada familia tiene su receta y es secreta. El mbeyu es una variante asada similar a una tortilla, pero en este caso delgada y porosa. “Vivimos muy tranquilos”, reafirma Duarte. En las veredas, hacia la tarde, los vecinos sacan sus reposeras para tomar “el fresco” y los jóvenes se juntan a tomar “tere” (tereré). Puerto Libertad es la joya oculta de Misiones.

Orígenes
Tiene una historia muy interesante, cambió de nombre tres veces. Nació como Puerto Bemberg, la familia fue la impulsora de la industria yerbatera y cambió el paradigma de las condiciones laborales: a los empleados les daba casa para fomentar el arraigo y desalentar el estilo de vida nómade del trabajador golondrina. Construyó una escuela y una iglesia. Fue una industria modelo. Con el peronismo, se expropiaron las tierras y se rebautizó como 17 de octubre, luego Puerto Evita y durante la Revolución Libertadora, recibió el nombre que quedó hasta la actualidad, Puerto Libertad.

“Hay brujas en el pueblo”, señala Duarte. El folclore guaraní otorga a la selva una vida propia de entidades benévolas y malignas. También los “maestros” umbandas tienen centros espirituales y programas de radio, en ambas orillas se oyen y ofrecen “amarres”, “macumbas” y hasta un perfume “Abrecaminos” que asegura el éxito en las finanzas personales y en el amor. “Se oyen muchas historias de aparecidos”, dice Duarte. El Pombero, el Yasy Yateré, el Kurupí y el Yaguarú, quien protege la selva, son algunos de los personajes míticos que viven en los espacios verdes. “Todas esas creencias son parte de nuestra cultura”, describe.

“No puede ser que Misiones sea solo las Cataratas”, dice Juan Manuel Zorraquín, a cargo de la Posada Puerto Bemberg, un lodge con una historia importante: aquí nació la industria yerbatera argentina. Hoy está dentro de una reserva natural privada de 300 hectáreas, con arroyos de aguas cristalinas y acceso al salto Yasí (luna, en guaraní), escondido y virgen, por aquí también se llega por agua a las Cataratas. “Somos el lado B de esa maravilla mundial”, agrega Zorraquín. La posada resume el espíritu de Puerto Libertad, inmersa en la selva, sus habitaciones tienen contacto directo con la espesa vegetación. 

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